Porque a su lado, también ella dejaba de ser la mujer lúcida y sensible para convertirse en una hembra que se sometía totalmente a tosos sus caprichos. Y los disfrutaba.
Por eso esa noche, cuando todo concluyó, se quedó hecha un ovillo sobre la cama, llorando en silencio.
Sabía que iba a extrañarlo con desesperación, pero sabía también que era imposible intentar algo más. Ya se habían lastimado demasiado. Alejandra no había podido hacer nada para evitarlo e, inmersa en el juego, también lo habia herido. Muy a su pesar, aun a costa de su inocencia, de su verdad. Estaba arrepentida, pero ahora ya era tarde.
Por eso, al irse, no quiso despertarlo. Se vistió en silencio y apenas si atinó a mirarlo antes de salir del cuarto.....
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